IA, democracia y futuro



SEÑOR DIRECTOR:

Recientemente, Sam Altman, CEO de OpenAI, la empresa detrás de productos como ChatGPT y Sora, ha dicho que el delta entre ChatGPT 4 y 5 será similar al que ya hubo entre el 3 y el 4. Si es así, entonces experimentaremos un avance exponencial de las capacidades de esta inteligencia artificial, dejando obsoleta a una tecnología revolucionaria en apenas meses. Los últimos avances de Sora -donde la diferencia entre lo real y lo no real es cada vez menor- sigue la misma curva exponencial.

¿Qué ocurrirá cuando no sea posible distinguir la creación humana de aquella dada por la IA? ¿Hemos tomado peso de sus implicancias? El mismo Altman cree que se perderán cien millones de trabajos a nivel mundial en los próximos cinco años debido a la penetración de la IA (las cifras posiblemente son conservadoras). Y esto ni siquiera toma en consideración la forma, potencialmente maliciosa, en que la IA puede dañar la democracia. Para Latanya Sweeney, experta en la relación entre tecnología y democracia, la posibilidad de enfrentar elecciones en un ambiente de desinformación significativa (provista por la IA), junto al uso de deep fakes y otras estrategias, puede resultar catastrófica.

Si la Política Nacional de Inteligencia Artificial advierte la necesidad de regular el uso, desarrollo y producción de estas tecnologías, no es baladí advertir que el avance va más rápido que las decisiones que se están tomando al respecto. Parece necesario un constante ejercicio de reflexión y discusión, que agilice y anticipe estos desarrollos, visualizando tanto los riesgos como las oportunidades futuras que la IA provocará.

Guido Larson Bosco y Raúl F. Campusano

Facultad de Derecho UDD

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